El Senado de la primera filosofía tiene el placer de presentar al público la segunda edición de la erudición denominada «Genus aetatum perpetuarum et Immutabilitas aetatum perpetuarum».
Una vez más, San Agustín y Aristóteles se encuentran en un conflicto intelectual en los tribunales filosóficos, confrontando sus visiones sobre el tiempo. Este duelo no solo promete enriquecer nuestra comprensión del tiempo, sino también profundizar en la esencia de la filosofía misma.
Los honorables hijos de Adán y los hijos del firmamento son los espectadores a contemplar este impactante juicio filosófico.
San Agustín magistralmente explica el Salmo 101, verso 28, y clarifica la idea de la permanencia divina a través de generaciones. La frase "por generación de generaciones" debe entenderse como algo continuo y eterno, constituyendo un linaje perpetuo de la divinidad.
Mientras tanto según Aristóteles, la eternidad consiste en la uniformidad de lo que está absolutamente exento de movimiento. La inmutabilidad se refiere a las edades perpetuas, es decir, la eternidad.
No obstante, en el Senado de la primera filosofía, ocurre un acontecimiento impresionante: Un dictador decreta la creación de un Electorado con poderes judiciales, electorales y constituyentes, encargado de resolver juicios filosóficos de gran magnitud. Ahora el honorífico Electorado se enfrenta a la monumental tarea de resolver este juicio filosófico, el cual presenta altercados de gran envergadura sobre las eras. Este juicio no es un mero debate; es una épica contienda de ideas, un duelo donde cada palabra tiene el poder de redefinir la filosofía misma. Las paredes del Senado resuenan con argumentos apasionados y réplicas contundentes, en un ambiente cargado de tensión y expectativa. Es una revolución del pensamiento, una transformación radical que rediseña el panorama intelectual y filosófico.
Que este praefacio (*) sea la puerta de entrada a una exploración profunda y apasionante de las grandes cuestiones filosóficas que nos han acompañado a lo largo de los siglos.
*Forma arcaica del vocablo «prefacio». En este caso se usa como un recurso retórico.